Por David Smith, Gonzalo Lizarralde, Lisa Bornstein, Benjamin Herazo, Trent Bonsall y Steffen Lajoie.*
1. Adaptarse al calentamiento global no es suficiente: La reducción integral del riesgo de desastres, basada en el reconocimiento de las injusticias sociales y medioambientales, es necesaria en los entornos informales de la región.
Las decisiones y las acciones de los líderes y residentes en entornos informales que documentamos muestran que la agenda climática en la región debe abordar las injusticias tanto sociales como medioambientales. Las 22 iniciativas estudiadas se basaron en objetivos diversos, y respondieron a necesidades específicas, así como al “efecto dominó” causado por las múltiples amenazas locales. Esta realidad desafía nuestra concepción inicial de los tipos de proyectos que mejoran la “adaptación” al cambio climático. Nuestra conclusión es que el espectro de lo que se considera “acción climática” debe ampliarse. Es indispensable ir más allá de los enfoques en la amenaza (la subida del nivel del mar, por ejemplo) para concentrar en entender y responder a las luchas y los problemas cotidianos de los grupos sociales más pobres y marginalizados, tales como la violencia, el desempleo y la insuficiencia de agua y comida.
Algunas iniciativas locales se centraron en la reducción de la vulnerabilidad física de las personas ante ciertas amenazas (por ejemplo, Viviendas resilientes mediante la autogestión comunitaria y Sistema de drenaje urbano sostenible). Sin embargo, muchas veces los líderes locales y miembros de la comunidad buscaban algo más que adaptarse a las amenazas del calentamiento global. Muchos querían revelar y reparar injusticias sociales, reducir su vulnerabilidad económica y preservar los ecosistemas naturales locales. En muchos casos, ampliaron el alcance de las iniciativas más allá de lo que podría considerarse una simple “respuesta climática”.
Los residentes y líderes locales buscaron también conectar la respuesta a los riesgos climáticos con sus luchas cotidianas. Para muchos, la vulnerabilidad a los riesgos climáticos está relacionada con injusticias sociales históricamente aceptadas, tales como la desigualdad, la pobreza y la inseguridad alimentaria. Por lo tanto, muchas iniciativas en Colombia y Chile tuvieron como objetivo reducir el desempleo y la falta de comida saludable y fresca (ver Taller de Cerámica y Huertos Comunitarios). A muchos, este tipo de iniciativas les permite lograr mejores resultados a largo plazo que las acciones que sólo responden a riesgos meteorológicos inmediatos.[i]
Además, la mayoría de los líderes y residentes considera que proteger la fauna y flora de las actividades humanas es tan importante como proteger los asentamientos humanos de los riesgos naturales. En concordancia con su visión de la justicia medioambiental, muchos abogan por proteger y restaurar los ecosistemas naturales afectados por la acción humana (ver, por ejemplo, Reforestación de Yumbo, Terapia Forestal y Festival Marino Costero). Muchos residentes consideran que la preservación de los ecosistemas locales es clave para reducir los riesgos y la restauración de esos sistemas naturales ayuda a mitigar las variaciones climáticas extremas.[ii]
[i] United Nations & World Bank (2010). Natural Hazards, UnNatural Disasters: The Economics of Effective Prevention.
[ii] Pörtner, H.O. et al. (2021). Scientific outcome of the IPBES-IPCC co-sponsored workshop on biodiversity and climate change. Bonn, Germany: IPBES secretariat.
2. La confianza entre los actores es fundamental para el cambio, pero es poco común entre los gobiernos y los habitantes de asentamientos informales. El diálogo estructurado y facilitador, así como otras metodologías participativas, requieren tiempo, pero ayudan a reducir la barrera a la implementación de iniciativas locales y a establecer confianza entre los actores.
Establecer un clima de confianza y crear espacios de encuentro entre los habitantes de entornos informales, los líderes locales, los representantes del gobierno, los empresarios, los investigadores y otros actores es un prerrequisito para una acción climática eficaz. Sin embargo, estos actores no están acostumbrados a trabajar juntos y raramente confían los unos en los otros. En muchos casos, las divisiones internas y la desconfianza de la población hacia el gobierno dificultan la implementación de iniciativas de respuesta al cambio climático. Tras haber sufrido la indiferencia y la manipulación de las élites políticas y económicas, muchos ciudadanos que viven en entornos informales desconfían de las actividades participativas. En Cuba, la toma de decisiones verticales por parte del Estado algunas veces deja poco espacio para los aportes de la comunidad. En Colombia, el clientelismo y la corrupción en el gobierno son frecuentes, y disminuyen la confianza en las instituciones. En Chile, la polarización política, las manifestaciones y la represión política obstaculizan la participación democrática de las comunidades. Muchos de estos problemas están alimentados por el racismo, las estructuras patriarcales, el elitismo, la marginalización sistémica y otras injusticias sociales. Todos ellos son obstáculos frecuentes para la acción climática en entornos informales.
Durante la implementación, los líderes locales e investigadores desarrollaron y probaron nuevos métodos para favorecer la participación de los actores en respuesta a las condiciones de gobernanza local. Los enfoques participativos que adoptamos, agrupados bajo el término “conversación disciplinada”, buscaban establecer confianza, empatía y relaciones duraderas entre los participantes. La conversación disciplinada también nos ayudó a crear significados comunes, derribar barreras a la implementación y consolidar colaboraciones entre actores que raramente trabajan juntos.
Pero la conversación disciplinada y otros enfoques participativos son exigentes. En casi todos los casos, los líderes y sus aliados locales tuvieron que dedicar bastante tiempo a crear relaciones de colaboración con las autoridades municipales y los empresarios en la región. Estos esfuerzos fueron indispensables para establecer confianza, movilizar recursos, y mantener acción local. En algunos casos, este trabajo duró más de dos años (ver, por ejemplo, Sistema de Drenaje Urbano Sostenible en Yumbo). Esta duración contrasta con los plazos típicamente cortos de los proyectos fomentados por organismos de financiación, que buscan muchas veces mostrar resultados rápidamente y aprovechar oportunidades en plazos más cortos.[i] Nuestro proyecto muestra, sin embargo, que actuar con rapidez puede fragilizar la confianza de los líderes comunitarios y alejar a otros actores locales (ver, por ejemplo, el Jardín Comunitario Vertical). Es más probable que las colaboraciones sólidamente construidas continúen produciendo cambios, una vez terminada la financiación externa, que aquellas construidas precipitadamente. Las alianzas entre el mundo académico, los grupos de la sociedad civil, el gobierno, las empresas y los actores comunitarios son fundamentales para facilitar el cambio en entornos informales.
[I] Ver: Hamdi, N. (2004). Small change: About the art of practice and the limits of planning in cities. London: Routledge.
3. Comprender las emociones de las personas frente a los riesgos a largo plazo, las luchas cotidianas, las dificultades socioeconómicas, las catástrofes y los impactos del cambio climático es fundamental para poder explicar sus comportamientos y las injusticias sociales a las cuales son sometidas, así como para entablecer el diálogo, movilizar recursos e impulsar el cambio.
Muchas iniciativas locales tienen su origen en un profundo deseo de cambiar el statu quo. Varias de ellas surgen tras pérdidas repentinas o durante luchas cotidianas por tener comida e ingresos estables. Las emociones que producen el territorio, las preocupaciones socioeconómicas y las experiencias de los desastres constituyen una fuerza que alimenta el compromiso de los ciudadanos con la respuesta al cambio climático y la reducción del riesgo. Emociones tales como el orgullo, el asombro, la ansiedad y la rabia ayudan a inspirar el cambio entre los líderes y miembros de la comunidad. La acción frente a la tragedia o la injusticia no se basa solamente en “capacidades”. La noción de “capacidad” es frecuentemente utilizada en la gestión de desastres y en el mundo académico para referirse a los conocimientos, habilidades, redes y recursos que las personas utilizan para hacer frente al riesgo[i]. Sin embargo, nuestro trabajo demuestra que la acción en entornos informales no es solo una cuestión de movilizar capacidades. El éxito de la capacidad de acción local exige también movilizar emociones (tales como la esperanza de un cambio posible), actitudes, aspiraciones y visiones de una vida mejor.
Los líderes locales suelen entender muy bien esta realidad. Generalmente están muy atentos a las emociones de los ciudadanos con quienes trabajan y; utilizan las emociones (propias y ajenas) como espacios de reflexión sobre las condiciones existentes. Para ellos, las emociones son instrumentos claves para el diálogo y herramientas para movilizar la acción de los demás. Las emociones son también un componente importante del diálogo estructurado entre los ciudadanos y los representantes del gobierno. Pueden ser útiles para inspirar el trabajo creativo y ayudar a desarrollar la empatía hacia los demás.
Estas emociones y actitudes que encontramos en el estudio no son simplemente un componente del carácter o el comportamiento de los individuos. Están moldeadas por códigos sociales y tienen muchas veces un componente político; es decir, no son neutras respecto a la visión de la justicia social. La ira, la frustración, la rabia y la desconfianza, por ejemplo, son componentes claves de las reacciones de las personas ante las injusticias sociales. Estas emociones afectan y se ven afectadas por percepciones socialmente construidas de la desigualdad, la marginalización, el racismo y el elitismo. Como tales, no son políticamente neutras, ni una simple reacción individual al entorno. Agregadas, crean las condiciones sociales en las que los habitantes entienden y representan los problemas y en las que se crean (o no) posibles acciones locales.
Tras reconocer la importancia de las emociones, tales como el sufrimiento y la angustia, varios actores con los que trabajamos se concentraron en actividades que buscaban restaurar o sanar las relaciones conflictivas entre los habitantes y la naturaleza (ver, por ejemplo, Terapia Forestal). Así mismo, las actividades lúdicas y educativas en las que participaron los niños se convirtieron en canales para formular aspiraciones y debatir sobre una visión colectiva del cambio (ver, por ejemplo, Círculo de Interés Yo me Adapto y Festival Marino Costero).
[i] United Nations Office for Disaster Risk Reduction. (2017). Terminology. Retrieved from https://www.undrr.org/terminology
4. Apoyar y aprovechar las prácticas y actividades existentes, incluyendo las que aparentemente no están vinculadas a la acción climática en sí, aumenta las posibilidades de reducir el riesgo de desastres.
Los líderes y habitantes en entornos informales adoptan prácticas novedosas y eficaces de reducción del riesgo mediante actividades y oportunidades ya existentes. La cerámica, el fútbol, un festival cultural y otras actividades y prácticas similares pueden, a priori, no tener una conexión directa con la acción contra el cambio climático. Sin embargo, muchas veces tienen un valor social y cultural en las comunidades y proporcionan una base sólida para proponer soluciones creativas y duraderas en entornos informales.
En muchos casos, los líderes locales y los investigadores ampliaron actividades ya existentes, tales como eventos culturales o actividades de jardinería, añadiendo un componente de cambio climático o de reducción del riesgo (por ejemplo, el Festival Marino Costero en Cuba y las iniciativas de jardinería en Colombia y Chile). A menudo, estas iniciativas desplegaron conocimientos y habilidades locales ya existentes, pero desconocidos para personas fuera de la comunidad (por ejemplo, Viviendas resilientes). Al aprovechar las habilidades existentes, abordar múltiples riesgos y consolidar relaciones y alianzas ya presentes, varios líderes optimizaron los recursos disponibles y evitaron una posible oposición a sus iniciativas. Estas estuvieron basadas en los conocimientos, las alianzas y los recursos que los líderes locales y habitantes controlan, y a los que tienen fácil acceso, son potencialmente más sostenibles a largo plazo que aquellas que se construyen desde cero.
5. Las mujeres suelen liderar el cambio en entornos informales, sobre todo creando el tejido social que permite que surjan iniciativas de reducción del riesgo de desastres. Sin embargo, las mujeres de la región también se enfrentan a la violencia, a mecanismos de gobernanza hostiles y a estructuras patriarcales difíciles de eliminar. Apoyar a las mujeres en roles de liderazgo es fundamental para reducir las tensiones sociales y facilitar la implementación de proyectos locales.
Las mujeres que viven en entornos informales suelen ser más vulnerables a los efectos del cambio climático que los hombres. Paradójicamente, muchas de ellas también desempeñan un papel crucial como líderes, comprometiéndose con las comunidades locales y convenciendo a otros actores para que inviertan tiempo, dinero y recursos para implementar cambios. Sin embargo, este liderazgo de las mujeres también es algunas veces frágil. En muchos casos, persisten sistemas patriarcales que obstaculizan el liderazgo femenino. En lugares como Colombia, donde la delincuencia y la violencia son comunes, muchas mujeres que logran notoriedad sufren amenazas tanto físicas como psicológicas.
Algunas mujeres con las que trabajamos redujeron su rol de liderazgo cuando las iniciativas locales alcanzaron un nivel político importante o un mayor grado de formalización, o cuando hubo que gestionar recursos financieros (ver, por ejemplo, el Sistema de Drenaje Urbano Sostenible). La relación con los políticos (a menudo hombres) fue difícil para algunas líderes que no querían que sus actividades fueran asociadas con un partido político particular. Muchas mujeres también tuvieron que enfrentarse a la indiferencia de burocratas y políticos, quienes reprogramaban indefinidamente reuniones o no devolvían sus llamadas. En muchos casos, los desfases que existen entre los esfuerzos de las mujeres y el reconocimiento que se les da limita su implicación en la toma de decisiones.
Nuestro estudio muestra que las estructuras patriarcales en la región son bastante “resistentes” y por lo tanto difíciles de eliminar. Desmontar estas estructuras toma tiempo. Dada la brevedad de nuestro proyecto de investigación-acción, no pudimos cambiarlas de manera significativa. En respuesta a estos múltiples desafíos, muchas lideresas prefirieron enfocarse en cambios graduales dentro de sus comunidades en lugar de adoptar enfoques más confrontativos con las autoridades, lo que las expondría a mayores riesgos. Mas reflexión y trabajo son aún necesarios para entender cómo se construyen socialmente estas decisiones y como se negocian estas prioridades dentro de estructuras patriarcales dominantes.
En nuestro proyecto, varios de los enfoques adoptados por los líderes e investigadores buscaban empoderar a las mujeres a través de actividades formativas, apoyo al liderazgo, herramientas, financiación y participación en acciones de planeación y ejecución. A corto plazo, algunas iniciativas ofrecieron formación a las mujeres en cuestiones relacionadas con el cambio climático, los riesgos, la gestión de proyectos y el liderazgo (ver, por ejemplo, Mujeres del Mar). A más largo plazo, algunas iniciativas se centraron en crear conciencia entre las generaciones más jóvenes sobre las desigualdades de género, apostándole así a un cambio en grupos que van desde alumnos de primaria (por ejemplo, en el Círculo de Interés Yo me Adapto) hasta estudiantes universitarios (como en los estudios de arquitectura en Chile, ver Jardín Comunitario Vertical y Talleres de Cerámica).
El proyecto muestra como académicos y profesionales pueden desempeñar un papel importante para facilitar el trabajo de la mujer en entornos informales. El apoyo que las mujeres recibieron de parte de los investigadores y trabajadores sociales les permitió comprometerse aún más con la acción climática y, en algunos casos, influenciar políticas públicas (ver, por ejemplo, Mujeres del Mar). Cuando surgen tensiones sociales (como en las iniciativas SUDS y Jardines comunitarios verticales), los investigadores y trabajadores sociales pueden ayudar a establecer nuevas asociaciones, reconstruir la confianza y apoyar a las mujeres en sus funciones de liderazgo.
6. La terminología científica y técnica —generalmente articulada en torno a las nociones de sostenibilidad, resiliencia, adaptación y otros conceptos igualmente abstractos— coincide muy poco con la expresión de las necesidades y los deseos de las personas que viven en entornos informales. Las narrativas basadas en conocimientos, ideas y prácticas locales tienden a responder mejor a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos.
Los términos y conceptos que generalmente usan los políticos y los científicos para explicar los riesgos climáticos y los desastres se conectan muy poco con las necesidades y aspiraciones de las personas que viven en entornos informales. Los documentos de gobierno y el discurso político suelen adoptar nociones abstractas que ignoran características socioeconómicas y culturales que son importantes para los habitantes. En Cuba, por ejemplo, los habitantes de Carahatas buscan reformar la política de reubicación adoptada en nombre de la adaptación al cambio climático y la sostenibilidad [i]. Los habitantes consideran que la reubicación tiene un impacto negativo en sus medios de subsistencia y su forma de vida. Los ciudadanos que viven en entornos informales muchas veces encuentran que términos académicos, como la resiliencia, la capacidad de adaptación y la sostenibilidad, son demasiado abstractos. Para muchos, estos términos son confusos o están desconectados de sus realidades cotidianas. Por el contrario, las narrativas que abarcan las experiencias y perspectivas locales tienen más resonancia con las aspiraciones y reivindicaciones de estos ciudadanos.
Las iniciativas formuladas y priorizadas con base en las percepciones locales del riesgo y los desastres tienen más posibilidad de movilizar a los ciudadanos y mantener su interés (ver, por ejemplo, Terapia Forestal). Es crucial conciliar el conocimiento científico con las narrativas locales tanto en la investigación como en las políticas destinadas a la reducción del riesgo. Para romper esas barreras es necesario organizar reuniones y talleres en torno a las narrativas locales, y complementarlas, si es necesario, con conocimientos técnicos y profesionales. Los líderes y miembros de la comunidad deben poder formular sus respuestas al clima y a los desastres con base en sus experiencias, sus prácticas vernáculas y los conceptos que tienen sentido en sus propias comunidades. Los investigadores, por su parte deben evitar usar tantos conceptos abstractos y universales, que muchas veces tienen poco valor en las comunidades, al ofrecer formación y apoyo técnico (ver, por ejemplo, Mujeres del Mar). Al movilizar narrativas locales, los líderes e investigadores pueden comprometerse más eficazmente con la acción climática y conectar los objetivos a largo plazo con los intereses a corto plazo y los desafíos cotidianos.
[i] United Nations Office for Disaster Risk Reduction. (2017). Terminology. Retrieved from https://www.undrr.org/terminology
7. Los entornos informales son terrenos especialmente inestables para la acción contra el cambio climático. Los trámites burocráticos, las contradicciones en las políticas y las deficiencias en infraestructura son barreras frecuentes a la implementación de acciones. Esto sucede incluso cuando hay buenas intenciones plasmadas en políticas con miras a la respuesta climática.
Los habitantes y líderes locales se enfrentan a muchísimos obstáculos a la hora de poner en marcha sus propias iniciativas en entornos informales. La mayoría de las políticas nacionales en la región se concentran actualmente en la adaptación al riesgo. Pero en entornos informales, los sistemas urbanos tienen muchas deficiencias, tales como la falta de acueducto e infraestructura vial, que dificultan la implementación de estas políticas. Por ejemplo, la obtención de autorizaciones y permisos para iniciativas locales es generalmente difícil, debido a la compleja burocracia y a las contradicciones entre políticas y reglamentaciones (por ejemplo, algunas normas prohíben la construcción en comunidades costeras, pero permiten la construcción de complejos turísticos y hoteles). Para resolver estos obstáculos, los ciudadanos y líderes deben presionar constantemente a los gobiernos para que proporcionen la infraestructura necesaria y las aprobaciones oficiales. Estos esfuerzos requieren mucho tiempo (en algunos casos, varios meses de negociación) durante el cual los residentes deben además crear alianzas y asociaciones con actores gubernamentales y empresariales (ver, por ejemplo, el Jardín Comunitario Vertical y las iniciativas relacionadas con el parque en Yumbo).
A pesar de esta presión, en algunos casos, las autoridades sencillamente no construyen la infraestructura requerida para que las iniciativas locales sean viables o no facilitan los protocolos o procedimientos de implementación. Ante la inacción gubernamental, muchos líderes locales y comunidades se ven obligados a compensar la falta de infraestructura con su propio trabajo y acciones. Varias iniciativas en nuestro proyecto fueron, de hecho, prototipos de bajo costo de infraestructuras tradicionales (por ejemplo: Sistema de Drenaje Urbano Sostenible, Sistema de Gestión del Agua y Demostraciones de Recuperación del Agua).
Las barreras burocráticas y las deficiencias de infraestructura crean dificultades en la financiación y ejecución de proyectos locales. Como resultado, varias iniciativas tardaron más tiempo en ejecutarse de lo previsto, y algunas se estancaron, se abandonaron o no produjeron resultados físicos a largo plazo (ver, por ejemplo, el Jardín Comunitario Vertical). Todo parece indicar, sin embargo, que estos esfuerzos “fallidos” producen algunos beneficios de carácter social en forma de nuevas alianzas, acuerdos e interés en renovar esfuerzos.
8. La inversión y la presencia del estado suelen ser frágiles en entornos informales. Las universidades y organizaciones no gubernamentales (ONG) pueden desempeñar un papel crucial en la acción climática al actuar como intermediarios entre las autoridades y los ciudadanos.
Incluso cuando los grupos comunitarios consiguen asegurar la inversión institucional y crear colaboraciones con los representantes del gobierno, generalmente después de un largo trabajo de presión y diálogo, el apoyo a las iniciativas locales puede disminuir o incluso ser revocado. En muchos casos, los frágiles mecanismos de gobernanza y los cambios en las agendas políticas también dificultan y retrasan las actividades de implementación. Algunas veces, se pierde el interés de los actores políticos en apoyar las iniciativas locales, creando tensiones entre comunidades o dentro de ellas (por ejemplo, en el Jardín comunitario vertical). En otros casos, los políticos intentan explotar los proyectos de origen local e informal para su propio beneficio. A pesar de los múltiples esfuerzos por consolidar alianzas (incluidos los esfuerzos basados en el diálogo estructurado), las relaciones entre políticos y ciudadanos en entornos informales son frágiles a largo plazo.
En muchos casos, las agendas políticas (locales y nacionales) cambian durante el proceso de implementación. En Colombia y Chile, por ejemplo, los cambios de liderazgo tras las elecciones y el malestar social provocaron cambios entre los representantes institucionales, en asociaciones y en alianzas emergentes. Es frecuente que los nuevos representantes institucionales aporten visiones y prioridades políticas diferentes, lo que obliga a los líderes locales a reajustar y renegociar los objetivos del proyecto. Como resultado, las iniciativas locales pueden tomar una dirección diferente a la inicialmente planeada.
Con frecuencia, estos factores políticos están fuera del control de los líderes locales. Sin embargo, los académicos y las organizaciones no gubernamentales, que suelen ser socios estables y relativamente neutrales, pueden ayudar a los líderes locales y ciudadanos a mantener la colaboración con las instituciones públicas. En este sentido, es importante ser transparente con los líderes y socios originales sobre las nuevas colaboraciones o modificaciones a las alianzas establecidas. Los trabajadores sociales y los investigadores universitarios también pueden ayudar a los líderes locales y a los políticos a encontrar terrenos de acuerdo común (ver Sistema de drenaje urbano sostenible y Jardín comunitario vertical). Estas prácticas contribuyen también a reducir los malentendidos y a mantener un sentido de propiedad en las iniciativas locales.
9. Los limitados medios de comunicación y la falta de información se vuelven obstáculos para producir cambios en entornos informales, especialmente durante las crisis. La tecnología móvil, por su parte, permite a los líderes locales y a los residentes conectarse, compartir conocimientos y promover una conciencia colectiva sobre el riesgo.
Las huelgas, los disturbios sociales en Colombia y Chile y la pandemia del COVID-19 retardaron la ejecución de once iniciativas. Se interrumpieron el acceso a la información, las comunicaciones entre los actores y las visitas e investigaciones en los sitios de trabajo. En respuesta, muchos líderes e investigadores locales recurrieron a la tecnología móvil para mantenerse informados, comunicarse con otros y continuar con las actividades de implementación. En Colombia y Chile, el uso de tecnología móvil es frecuente, incluso en entornos remotos, marginales e informales. En Cuba, el acceso a la tecnología es más limitado, pero está aumentando rápidamente. Los investigadores, líderes locales y residentes disponen de computadores y celulares, propios o prestados. Esta tecnología fue esencial durante los períodos de crisis. La capacidad de compartir historias, intercambiar experiencias y estrategias, y seguir trabajando a pesar de las interrupciones fue clave en el proceso de implementación.
En el proyecto ADAPTO, el uso de la tecnología también fue transformador. La telefonía móvil creó oportunidades de formación y creación de redes. Líderes e investigadores que no pudieron viajar lograron participar en varias actividades. En algunas iniciativas, la participación de una importante audiencia fue útil para generar conciencia sobre el efecto dominó de múltiples riesgos (ver Gestión del riesgo). En otros casos, la comunicación móvil permitió a los investigadores, líderes y ciudadanos intercambiar conocimientos y enfoques a diferentes niveles: comunitario, regional, nacional e internacional (ver, Grupo de Redes Sociales Comunitarias Voces de Carahatas). El intercambio “en línea” de conocimientos locales y científicos, así como de experiencias en varios lugares de la región, ayudó a reducir las brechas que aún existen entre lo urbano y lo rural y entre los países del Norte Global y los del Sur Global.
Sin embargo, la tecnología móvil tiene varias limitaciones en la implementación de iniciativas locales en entornos informales. Las redes sociales y de apoyo locales siguen siendo fundamentales. Iniciativas como el Festival Marino Costero de Cuba y el Taller de Ilustración Botánica de Chile, que se basan en las relaciones entre ciudadanos y la naturaleza, no podrían haberse llevado a cabo sin un trabajo colaborativo en persona. El uso de la tecnología exige dar un apoyo adicional a los participantes, incluyendo ayuda financiera para que los participantes de bajos recursos puedan comprar paquetes de datos y formación para aquellos que no están familiarizados con la tecnología.
10. Para ampliar el impacto en la acción climática es necesario un marco ético claro y transparente, que tenga en cuenta la importancia de la legitimidad, la gobernanza y la confianza entre los actores implicados. Las iniciativas locales son difíciles de reproducir pues responden a condiciones muy específicas y requieren mucha atención al detalle y esfuerzos sostenidos durante largo tiempo.
Incrementar el impacto, mediante la amplificación, réplica o transferencia de buenas prácticas a mayor escala, suele ser importante para las agencias de financiación, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, dadas las complejas especificidades de cada localidad, es crucial enmarcar el impacto de la acción climática dentro de principios éticos claros que respeten las capacidades y los valores locales, den prioridad a un proceso transparente y legitimen el rol de los actores locales.
El aumento del impacto es rara vez el objetivo más urgente de los líderes y ciudadanos de entornos informales. A muchos, les preocupan sobre todo las necesidades y condiciones específicas de su localidad y basan sus iniciativas en prácticas y tradiciones muy locales. Estos actores suelen realizar una planificación y ejecución delicadas, respetando los conocimientos existentes y navegando dinámicas políticas muy específicas. El tiempo que tardan en establecer estas asociaciones suele extenderse y es muchas veces indispensable para crear confianza entre los actores. En este sentido, encontramos que la implementación de iniciativas en Cuba, Colombia y Chile tiene más en común con prácticas artesanales que con los enfoques de la producción a escala en economías de mercado.
La puesta en marcha de iniciativas en sus propios barrios fue, de por sí, bastante exigente para todos los líderes locales. Llevar a cabo actividades similares en otros lugares, manteniendo una relevancia local, exigía establecer nuevas alianzas (muchas veces con actores desconocidos). En el plazo de cuatro años de este proyecto, no hubo tiempo suficiente para crear muchas alianzas adicionales o empezar a reproducir las existentes en otros lugares. Además, algunas lideresas se mostraron menos dispuestas a asumir papeles más visibles o a que su trabajo se diera a conocer en círculos más amplios, lo que reflejaba probablemente no solo preferencias personales sino también temor a una visibilidad mucho más grande.
En lugar del modelo tradicional de aumento de impacto a gran escala, en algunos casos se produjo una forma de “ampliación” tanto externa como interna. Las iniciativas locales generaron interés en las localidades y regiones. Las sesiones de formación y otras actividades produjeron nuevas relaciones sociales y ayudaron a movilizar a múltiples actores. En la mayoría de los casos, estas colaboraciones han sido sólidas y estables. En los tres países están surgiendo iniciativas locales gracias a las experiencias y colaboraciones iniciales (ver, por ejemplo, Mujeres del Mar). A medida que las iniciativas avanzaban, los líderes e investigadores locales ganaron visibilidad y legitimidad ante los representantes de distintos niveles de gobierno. Estas iniciativas también generaron impacto en documentos y políticas locales de reducción del riesgo de desastres en asentamientos informales. El hecho de que ahora se les invite a formar parte de comités de planificación y a influir en la redacción de nuevas políticas sugiere que las iniciativas sirvieron para mejorar acciones dirigidas a la reducción del riesgo de desastres en la región.
*Citar como: Smith, David et al., (2021). Lecciones aprendidas. En Artefactos de reducción del riesgo de desastres: Respuestas locales al cambio climático en América Latina y el Caribe. Smith, David; Herazo, Benjamin; Lizarralde, Gonzalo (editores). Montreal: Université de Montréal. Accesible aquí: https://artefacts.umontreal.ca/