Un huerto urbano para sembrar una comunidad

por Adriana Patricia López-Valencia y Oswaldo López-Bernal. Universidad del Valle. Colombia

Institución promotoraUniversidad del Valle
Organizaciones sociasAlcaldía de Yumbo / Junta de Acción Comunal Barrio Las Américas
Desarrollado porADAPTO-Yumbo y comunidad
Investigadores y estudiantes (ADAPTO-Yumbo)Adriana Patricia López-Valencia, Oswaldo López-Bernal (Investigadores)
Carolina Polo Garzón, Nathalia Guerrero, Laura Ávila, Camilo Villa, Karolina Vidal, Camila Soto, Jennifer Chávez, Catalina Becerra, Maricel Isaza (Estudiantes)
Líderes comunitarios y miembros comunidadJaime Osma, Nicolai Paz, Angélica Trejos, Clementina Hernández, Viviana Pérez, Claudia Pérez, Maricela Herrera, Salvador López
Otros participantesLaura Ramos
Lugar de la intervenciónColombia, Valle del Cauca, Yumbo, Las Américas.
Fecha del proyecto05/2017 – 05/2021
Aporte inicial del IDRCCAN $4,000
Otras fuentes de financiamientoCAN $300 Alianza Empresarial de Yumbo
CAN $200 UMATA
CAN $100 La Madre Locura
CAN $300 Fundación FACY

Fig. 1. (encabezado) y Fig. 2. Taller sobre plantas medicinales. Foto: Esteban Villota

Resumen

Esta iniciativa tenía como objetivo construir un huerto comunitario para el nuevo parque El Poli en el barrio Las Américas de Yumbo (Colombia). Con ello, buscaba cuatro resultados concretos: generar un lugar de encuentro para la comunidad, revitalizar las zonas verdes de la zona, aumentar la seguridad alimentaria y, sobre todo, mejorar la capacidad de adaptación de la comunidad al cambio climático. Las mujeres de la comunidad dirigieron ejercicios de transferencia de conocimientos en grupo, centrados en la adecuación del lugar y el terreno, la preparación y recuperación del suelo, el cuidado de las plantas, la gestión del jardín, los ungüentos medicinales y las técnicas de reforestación. El Laboratorio de Intervención Urbana (LIUR) también participó en la iniciativa, aportando un enfoque interdisciplinario y colaborativo. La acción final en el lugar aún no se ha llevado a cabo, ya que la propagación del COVID-19 ha supuesto un confinamiento obligatorio. No obstante, los miembros de la comunidad han participado en talleres en línea, así como en actividades de siembra en sus propios huertos domésticos. A pesar de las adversidades, la iniciativa ha logrado “sembrar” una comunidad multigeneracional de jardineros ansiosos y dispuestos a construir el huerto en cuanto las restricciones disminuyan. La lección principal hasta ahora es la de la humildad: hemos aprendido que las mujeres líderes tienen habilidades extraordinarias y son mucho mejores que los académicos para unir a una comunidad, encontrar soluciones y adaptarse a circunstancias difíciles.

Descripción

En el barrio de Las Américas, en Yumbo (Colombia), las mujeres luchan por satisfacer las necesidades domésticas básicas, lo que incluye mantener una alimentación adecuada. La inseguridad alimentaria es uno de los problemas más urgentes a los que se enfrenta la comunidad, y los jóvenes y las personas mayores se ven especialmente afectados. El barrio también carece de espacios verdes en los que las personas puedan reunirse y encontrar alivio de la densa contaminación del aire causada por las industrias pesadas de Yumbo. La contaminación atmosférica, combinada con la alta densidad de población del barrio, expone a los residentes vulnerables (especialmente a las personas mayores) a una variabilidad climática más extrema y frecuente, como las olas de calor.

Esta iniciativa tiene como objetivo construir un huerto urbano de 80 m2 en el futuro parque El Poli y complementa otras iniciativas financiadas por ADAPTO en dicho parque. Por ejemplo, la iniciativa del tanque de tormentas beneficiará al huerto urbano al proporcionar agua de lluvia. El huerto puede ayudar a lograr múltiples objetivos. El cultivo de la tierra puede aliviar la inseguridad alimentaria, mejorar la puede autonomía alimentaria y ofrecer alternativas de trabajo. El espacio que crea para el intercambio contribuir a la educación ambiental y crear fuertes vínculos entre los jóvenes y las personas mayores. Además, la ampliación de la cobertura verde puede ayudar a reducir el impacto de la variabilidad climática. En general, la iniciativa reduce la vulnerabilidad y mejora la capacidad de adaptación al cambio climático.

Para poner en marcha el huerto urbano, un grupo de mujeres dirigió y coordinó una serie de actividades sobre educación y prácticas intergeneracionales, que se organizaron en dos componentes principales: primero, gestión y uso de las plantas; segundo, soluciones de siembra y plantación de bajo coste. El primer componente incluía ejercicios de transferencia de conocimientos en grupo destinados a estimular el interés de los participantes por la jardinería y a sensibilizarlos en cuanto a los beneficios de cultivar los propios alimentos. Basadas en el principio del cuidado, estas actividades educativas y prácticas reunieron a muchos niños, adultos (especialmente mujeres) y ancianos residentes. Las mujeres asumieron una gran responsabilidad: se encargaron de una serie de talleres sobre el cuidado de las plantas, el diseño del jardín, las técnicas de reforestación y los ungüentos medicinales (Figs. 2, y 4 a 7). También coordinaron el proyecto del jardín junto con otras iniciativas en curso en el parque, incluida la iniciativa centrada en los colectores y canales de agua (ver la iniciativa local “Creación y protección de espacios”). El segundo componente fue principalmente técnico. Aquí, los participantes compartieron estrategias y métodos tradicionales de bajo coste para la producción de alimentos que tienen un impacto mínimo en el medio ambiente y mejoran el bienestar de las especies vegetales. Todas estas actividades ayudaron a “sembrar” la confianza y la solidaridad entre los participantes. Otro resultado importante de esta iniciativa fue la formación de una sólida red de mujeres dedicadas a la jardinería.

Proceso de implementación y evolución

Fig. 3. La iniciativa era algo más que una actividad de jardinería:
“Aquí sembramos una comunidad”.
Fig. 4. Taller de transferencia de conocimientos con miembros de
la comunidad y el equipo de ADAPTO (antes de la pandemia).
Foto: Esteban Villota.

Los investigadores del Laboratorio de Intervención Urbana (LIUR) de la Universidad del Valle organizaron por primera vez en 2017 una serie de actividades para conocer a la comunidad de Las Américas, entender sus necesidades y fomentar un sentimiento de confianza entre los socios de la universidad y los miembros de la comunidad. Al final, los participantes definieron y seleccionaron en grupo los proyectos para el parque El Poli. Miembros de la Fundación FACY, una organización local especializada en temas de gestión medioambiental, presentaron a los residentes la idea de un huerto urbano, que los residentes eligieron como una iniciativa necesaria para la adaptación al cambio climático. El equipo de investigación de ADAPTO asumió un papel de liderazgo, con la constitución de un comité con los miembros de la comunidad, la oficina del alcalde y el sector empresarial para organizar y poner en marcha varias sesiones de formación y talleres.

Sin embargo, los investigadores de ADAPTO se dieron cuenta rápidamente de que tenían varias limitaciones como líderes. Al asignar sólo funciones participativas a los miembros de la comunidad, obstaculizaron su capacidad para apropiarse del proceso de gestión (Fig. 3, etapa 5) y provocaron problemas de comunicación. Solo cuando los miembros de la comunidad empezaron a dirigir la ejecución de las actividades, la iniciativa cobró impulso y se convirtió en un esfuerzo colectivo. Desde entonces, la comunidad ha tomado el control de la iniciativa.

Lamentablemente, esta iniciativa local no ha podido reunirse en el parque debido a la pandemia de COVID-19, ya que las restricciones de salud pública han obligado a suspender las actividades grupales en el lugar. Los participantes adaptaron la iniciativa, sobre todo realizando las actividades de siembra en casa en lugar de en el parque.  Así, la iniciativa se desarrolló en los huertos domésticos de los participantes y en línea, mediante sesiones de formación virtuales. Estas actividades ayudaron a mantener el entusiasmo por el proyecto a pesar de las circunstancias. Así, todos los participantes han contribuido individualmente al huerto comunitario. Curiosamente, las actividades de siembra han tenido un importante efecto de bola de nieve y han inspirado otras iniciativas. Por ejemplo, las hermanas y líderes de la comunidad, Viviana y Claudia Pérez, han reproducido el ejercicio en sus casas y han puesto en marcha otra iniciativa financiada por ADAPTO (ver la iniciativa “Compartiendo una tradición familiar “).

Mapa de actores

Fig. 5. Taller de transferencia de conocimientos con miembros de la comunidad y el equipo de ADAPTO (antes de la pandemia).
Foto: Esteban Villota.

Los miembros de la comunidad participaron en todas las actividades y contribuyeron al diseño del jardín; decidieron qué, cómo y dónde plantar. Todos los participantes se implicaron activamente en las actividades, lo que demuestra que la iniciativa reflejaba realmente sus intereses y necesidades. Las mujeres se convirtieron en agentes clave de la iniciativa al dirigir las sesiones de formación y los talleres. Además, han participado activamente en todas las demás fases y, por lo tanto, han sido figuras esenciales en el mantenimiento del huerto. Es importante destacar el extraordinario trabajo que realizaron las mujeres líderes en la recaudación de fondos, la creación de redes y la gestión. Llamaron a las puertas de muchas empresas para pedir contribuciones y consiguieron que el gobierno local se involucrara en el proceso. El grupo de adultos mayores de la señora Nidia Barona también contribuyó significativamente al desarrollo de todas las actividades del grupo con sus conocimientos sobre técnicas tradicionales de manejo de plantas, fertilizantes naturales, control del agua, semillas y gestión de la tierra. También prestaron sus espacios de reunión para realizar los talleres. La brigada ambiental de la escuela primaria Gabriel García Márquez llevó a los niños, y la iniciativa fue realmente multigeneracional.

Esta iniciativa también forma parte de una investigación-acción colaborativa e interdisciplinaria llevada a cabo por el LIUR y estudiantes de la Universidad del Valle. Los investigadores del LIUR dirigieron la iniciativa al principio y posteriormente facilitaron la transferencia de conocimientos técnicos y las actividades de diseño. La Universidad del Valle también ayudó a gestionar los recursos financieros y facilitó la comunicación con las partes interesadas externas, privadas y públicas.

Algunas organizaciones privadas y públicas también contribuyeron a la iniciativa. La Alianza Empresarial de Yumbo y la Fundación FACY organizaron el taller “Sembrando comunidad”, centrado en los ungüentos medicinales. Las organizaciones del sector privado proporcionaron almuerzos, bebidas y suministros como plantas medicinales. La alcaldía participó, ya que la Secretaría de infraestructura organizó el arado del área del parque El Poli para el huerto comunitario. La Unidad Técnica Municipal de Medio Ambiente (UMATA) y el consejo municipal proporcionaron la tierra y los fertilizantes para permitir la siembra.

Fig. 6. Evolución del microproyecto y participación de actores

Resultados

  • Se creó una red de mujeres interesadas en aprender y poner en marcha un huerto comunitario en el parque El Poli.
  • Se organizaron seis talleres para 20 mujeres sobre prácticas tradicionales y ecológicas de jardinería urbana.
  • Se sensibilizó a más de 40 participantes sobre los diversos beneficios de la jardinería urbana.
  • Se sembraron 300 semillas de plantas en los hogares de los participantes, debido a las restricciones de salud pública (las semillas se trasplantarán al jardín comunitario en una etapa posterior).
  • Se impulsó la colaboración continua con la UMATA y otros socios.

 

Lecciones aprendidas

Una de las principales lecciones aprendidas es que las actividades de jardinería pueden ayudar a los residentes de bajos ingresos a afrontar mejor crisis como la pandemia de COVID-19. Los cultivos familiares han ayudado a reducir la dura vulnerabilidad económica causada por las medidas sanitarias de aislamiento y confinamiento.

Otra lección es la de la humildad. El hecho de que los académicos adoptaran inicialmente un papel protagonista dificultó la capacidad de la comunidad para asumir la gestión del proceso. Sólo después, cuando la comunidad asumió la iniciativa como propia, las actividades se pusieron realmente en marcha. Así, aprendimos que había que dar más control a los líderes de la comunidad en las primeras fases del proceso.

Este hallazgo fue especialmente llamativo en el contexto de la pandemia. Ante la adversidad, vimos cómo las mujeres se convirtieron en líderes extraordinarias que encontraron soluciones para superar las barreras y llegar a los miembros de la comunidad, los representantes del gobierno y las empresas. Esto demostró que las mujeres pueden ser auténticas líderes del cambio en sus comunidades.

Futuras acciones y replicabilidad 

Las plantas recién sembradas se trasladarán al jardín cuando sea posible hacerlo. Mientras tanto, las actividades de siembra en casa continúan, y probablemente seguirán después de la creación del jardín comunitario en el parque El Poli.